30 abr 2007

Mandamientos del hogar feminista

1. La mujer es la jefe de hogar o cabeza de familia por antonomasia, es decir, ella es la que manda en la casa. El marido debe obediencia eterna a su esposa.

2. La mujer es la que genera la mayor parte de los ingresos familiares y en todos los casos ella es la que maneja el dinero y decide sobre el patrimonio, incluyendo los dineros que eventualmente provinieren de ingresos del marido.

3. El desarrollo profesional de la mujer tiene prioridad total sobre el de su marido. El marido es, ante todo, el responsable de las labores domésticas: aseo y mantenimiento de la casa, lavar y planchar la ropa, cocinar los alimentos, hacer el mercado y cuidar los niños.

4. El marido es posesión de su esposa y en consecuencia debe tener total fidelidad a su dueña. Si ella quiere puede colocarle cinturón de castidad al esposo (asegurando ella la llave, por supuesto).
5. El marido debe estar siempre disponible para su esposa, en especial en el aspecto sexual y complacerla en lo que ella exija. En la casa, si no está haciendo oficio cumpliendo sus deberes habituales, deberá permanecer postrado al lado de su dueña, presto a obedecerla en todos sus deseos y comandos. El orgasmo y la eyaculación masculina estará bajo el control total de la mujer pero ella permitirá su desahogo diario en compensación por su buen comportamiento.

6. El marido debe mantener siempre la vista baja en presencia de su esposa y nunca pueda mirarla directamente a los ojos, a menos que ella lo permita. La posición correcta del marido es arrodillado ante su mujer, que es su única diosa.

7. La esposa podrá golpear y abusar de su marido (preservando siempre su vida y salud), pues él es su legítima propiedad y no tiene derecho a reclamar o demandar por ello.

8. Si el marido desobedece a su esposa o incumple sus deberes será castigado por ella como a bien lo tenga (ver listado de castigos a maridos desobedientes: será humillado, golpeado, fustigado, azotado, penetrado, violado, encerrado, amarrado, plantado de cara a un rincón, inmovilizado, obligado a trabajos extras, será degradado, tratado como objeto o animal, etc.).
9. Para salir sin la compañía de su esposa el marido deberá pedirle permiso como requisito. Siempre que salga deberá llevar insertado un butt plug en el ano recordando que siempre está bajo el poder de ella.

10. La esposa decidirá, de acuerdo al plan de trabajo diario que le asigna a su marido, cuándo este podrá ver televisión, descansar o hacer otra actividad distinta a sus deberes domésticos. Asimismo, ella definirá cuando él puede comer en la mesa con ella o si deberá hacerlo en la cocina.

11. La mujer podrá utilizar a su marido como retrete si así le place, orinando y/o defecando en la boca de él. Si ella lo ordena él deberá ingerir los desechos de ella.

12. Si la esposa se encuentra en casa el marido tendrá que pedir permiso si quiere ir al baño. Queda a potestad de ella el otorgarlo o no (ella es la dueña de sus esfínteres y debe entrenarlo en la retención).
13. La esposa podrá prohibir a su marido el uso de ropas masculinas en la casa, obligándolo a andar desnudo o usar ropas de criada. Si ella lo desea podrá obligarlo a salir a sitios públicos vestido de mujer.

14. En el hogar feminista la mujer es la que penetra al hombre y no al revés, así que el marido debe mantener el culo siempre listo, profundo y receptivo para su amada esposa. Como todo el cuerpo del esposo (por fuera y por dentro) pertenece a su esposa, se entiende que el ano masculino es también propiedad de la mujer, siendo esta conquista el máximo símbolo de la dominación femenina sobre la masculinidad humillada y reducida a la mínima expresión. No pasará día sin que la esposa penetre el culo de su marido con el dedo, el puño, uno de los dildos o cualquier objeto fálico, este es un requisito esencial de la dominación feminista perpetuamente renovada.

15. Cualquier diferencia en torno a los presentes mandamientos del hogar será dirimida mediante la lucha cuerpo a cuerpo sin armas y quien venza impondrá sus condiciones (sobra decir que siendo la mujer más fuerte y ágil, más hábil en el combate y más poderosa en todo sentido que el hombre, siempre será la ganadora, manteniendo vigente la plena supremacía femenina en el tercer milenio).

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